“T”errores médicos

Ha muerto Ryan, el hijo de Dalilah, la inmigrante marroquí que murió hace unos días victima, oficialmente, de la gripe A, aunque para muchos haya sido víctima del sistema sanitario español y ahora su hijo sigue sus pasos y muere víctima de un «T»error médico. Si terror con t muda de error, tan muda como la sociedad que solo sabe quejarse en la sala de espera y jamás lo hace por escrito, por muy escondidas y saturadas que estén las unidades de atención al paciente. La familia de Dalilah ya iba a denunciar al hospital por su muerte, por haber acudido hasta 3 veces a urgencias sin que le hicieran caso y le achacasen los dolores al embarazo, en vez de tener más precaución por tratarse precisamente de una mujer embarazada.
Supongo que solo los que hemos sido víctimas de un error médico podemos saber lo que se siente, solo cuando un médico te dice que no hay nada que hacer, sólo cuando te has pasado 2 años creyendo que a tus 36 te quedan como mucho 6 meses de vida, sólo cuando recibes casi un año y medio de quimioterapia que no necesitas y un buen día te dicen «Chaval que suerte tienes, nos hemos equivocado, no te estás muriendo«, entonces entiendes lo terrible que es ser víctima de un «lamentable» error médico y sólo entonces entiendes que lo peor no ha pasado, que ahora no se van a poner las pilas los que se han equivocado y van a tratar de curarte, no, siguen pasando de todo. Entonces te das cuenta que del sistema sanitario vas a pasar a sufrir al sistema judicial, en donde te eternizarás años y podrás comprobar que es mejor ser famoso y denunciar por derecho a la intimidad, que haber denunciado por que te han matado a un familiar. Te retorcerás viendo que un insulto en la tele vale 50 kilos y la vida del maldito ciudadano como mucho 5 y una palmadita en la espalda. Y de responsabilidades personales, nada de nada.
Ahora solo nos queda esperar y ser espectadores del lamentable espectáculo político que esto desencadenará, en donde se sacrificará a la pobre enfermera, cuya conciencia ya la habrá condenado a cadena perpetua, en vez de sacar a la luz el verdadero problema de una sanidad pública, que tiene medios y personal más que suficiente, pero que está terriblemente gestionada.
Un país en donde vas por la carretera y ves un cartelito que te dice «300 muertos este año en la carretera, conduce con cuidado», pero en donde no veo ningún cartelito a la entrada de los hospitales que diga » x muertos este año como consecuencia de las negligencias médicas, exige tus derechos y que te mantengan en todo momento informado». Eso a pesar de que en la Asociación Defensor del Paciente en Galicia tramitan más de una queja diaria por hechos de este tipo, y en cuya web dice El año 2008 finaliza con un balance de 12.300 presuntas negligencias médicas.
Aún tendré que seguir escuchando, como escuché esta semana en una sala de espera de la seguridad social, » vienen a quitarnos nuestro trabajo y vienen a aprovecharse de nuestra sanidad gratis», pero ahora podré responder «y tambien vienen a pagar por nuestros errores médicos»
Os dejo aquí un extracto de lo sucedido publicado por El País:

El pequeño estaba evolucionando bien. Los análisis habían determinado que no padecía la nueva gripe y se recuperaba poco a poco. Mohamed sólo pudo verle unas horas. El domingo por la tarde llegó de Marruecos, del entierro y los funerales por Dalila. Lo primero que hizo fue acudir al Gregorio Marañón para visitar a Ryan. Ahora no entiende nada. «Ayer estaba bien. El niño estaba bien», se lamenta, y se enjuga los ojos. Hassan, el padrastro de Mohamed, cuenta que el joven, de 21 años, había conseguido hacerse a la idea de que el bebé era un legado de Dalila. «Ahora también le han quitado a su hijo», dice.Mohamed está pálido. Desde que su mujer, que acababa de cumplir 20 años, falleció ha perdido peso. Apenas puede articular palabra. Cuando murió Dalila aseguró que denunciaría al Gregorio Marañón por negligencia. La joven falleció después de acudir a este centro dos veces y otra más al hospital de Fuenlabrada. En todas las ocasiones la enviaron a casa. A la cuarta visita, y cuando ya apenas podía caminar ni respirar, la ingresaron en cuidados intensivos.